
Cuando uno echa la vista atras a esos momentos que supuestamente marcaron el futuro desarollo personal de un, por aquel entonces, tierno infante, me viene a la cabeza un hecho cuando menos digno de atencion.
Lo que me interesaba dia tras dia de Barrio Sesamo no era el programa en si, sino ver si al final del programa, cuando la ultima imagen era de un tren de atraccion de feria lleno de niños que saludaban a la camara, ver que dia era el que la imagen duraba mas y el tren se acercaba mas a la camara...
Pero jamas llego a donde yo esperaba, siempre se cortaba antes.
Tampoco comprendia muy bien, porque la penultima imagen era de Don Pimpon suelto por el campo, y en solitario. Mas bien parecia que o le habia metido fuego a algo y salia escopeteado, o venia de haber abusado de dos cabras.
Curioso, cuando menos.

No te metas con Don Pimpón, filósofo de la infancia donde los hubo, era el que llevaba a espinete por el camino correcto (¿¿sería del Opus??)
ResponderEliminarA mí también me gustaban mucho las cortinillas finales. El naaaaaaanana nananá era todo un himno. Y ese ritmillo tan de tren... Sabes que me siguen obsesionando.
Siempre creo que nuestra infancia no queda atrás,sino, y aunque suene cursi, dentro de nosotros. No hablo de recuerdos, sino de esas cosas que sabes que te emocionan desde siempre, como a mí los trenes. El día que quiten la estación del norte, que ya queda muy poco, me habrán robado algo...
Y que van a hacer con la estacion del norte??
ResponderEliminarDejarla como Atocha: un p... centro comercial.
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